volver al colegio
Bueno, mañana será todo como siempre, llevaré a mis hijos al filo de la hora de entrada al colegio... se terminó el paro.
Revisando mi estudio encontré una foto de nuestra promoción: 1987, Instituto Miguel León Prado. Soy el que tiene un chaleco celeste. Cuanto tiempo ha pasado. Mi hijo ya está en segundo medio.
Nosotros también hicimos protestas y paros estudiantiles, en plena dictadura, también nos portábamos mal, no de malos, sólo por divertirnos. Para un aniversario del colegio nos comimos todo los helados para todos los cursos, otra vez diseñé una especie de bomba de utilería (tenía palos de escoba cortados como dinamita con luces y todo), la encontraron en el baño y todos nos retiramos temprano a nuestras casas.
A unos ya no los he visto más, otros se juntaban una vez al año en comidas y se mandan mails a un grupo de correo, yo sólo leo.
Cuando uno es joven tiene sueños y esperanzas, quiere cambiar el mundo, quiere ser escuchado. Me saco el sombrero por los estudiantes, no por los hechos de violencia o vandalismo, sino por el grado de movilización que tuvieron. Ojalá reclamáramos así por las cosas que nos imponen sin siquiera preguntarnos: peajes por nuevas carreteras (no pagamos una vez al año el derecho con el permiso de circulación?), costos excesivos por salud, tarifas más competitivas para el internet, planes de transporte que no funcionan y que benefician a unos pocos. Una calidad en la educación para todos.
Mi hijo me ha dado una lección. Tiene mucho que aprender. Tiene sus derechos, pero también sus deberes. Ya no trato de cambiar al mundo, pero sí a hacerlo mejor. Enseño, doy herramientas de trabajo a personas para que tengan más posibilidades de surgir. Todavía tengo sueños y esperanzas.
Revisando mi estudio encontré una foto de nuestra promoción: 1987, Instituto Miguel León Prado. Soy el que tiene un chaleco celeste. Cuanto tiempo ha pasado. Mi hijo ya está en segundo medio.
Nosotros también hicimos protestas y paros estudiantiles, en plena dictadura, también nos portábamos mal, no de malos, sólo por divertirnos. Para un aniversario del colegio nos comimos todo los helados para todos los cursos, otra vez diseñé una especie de bomba de utilería (tenía palos de escoba cortados como dinamita con luces y todo), la encontraron en el baño y todos nos retiramos temprano a nuestras casas.
A unos ya no los he visto más, otros se juntaban una vez al año en comidas y se mandan mails a un grupo de correo, yo sólo leo.
Cuando uno es joven tiene sueños y esperanzas, quiere cambiar el mundo, quiere ser escuchado. Me saco el sombrero por los estudiantes, no por los hechos de violencia o vandalismo, sino por el grado de movilización que tuvieron. Ojalá reclamáramos así por las cosas que nos imponen sin siquiera preguntarnos: peajes por nuevas carreteras (no pagamos una vez al año el derecho con el permiso de circulación?), costos excesivos por salud, tarifas más competitivas para el internet, planes de transporte que no funcionan y que benefician a unos pocos. Una calidad en la educación para todos.
Mi hijo me ha dado una lección. Tiene mucho que aprender. Tiene sus derechos, pero también sus deberes. Ya no trato de cambiar al mundo, pero sí a hacerlo mejor. Enseño, doy herramientas de trabajo a personas para que tengan más posibilidades de surgir. Todavía tengo sueños y esperanzas.